Thursday, July 31, 2008

El museo de los esfuerzos inútiles (fragmento)

" El espacio que queda entre la espada y la pared es exiguo. Si huyendo de la espada, retrocedo hasta la pared, el frío del muro me congela, si huyendo de la pared, trato de avanzar en sentido contrario, la espada se clava en mi garganta. Cualquier alternativa, pues que pretenda establecerse entre ellas, es falsa y como tal, la denuncio. Tanto el muro como la espada sólo pretenden mi aniquilación, mi muerte, por lo cual me resisto a elegir. Si la espada fuera más benigna que el muro, o la pared, menos lacerante que el filo de aquella, cabría la posibilidad de decidirse, pero cualquiera que las observe, comprenderá enseguida que sus diferencias son sólo superficiales. Sé que tampoco es posible dilatar mi muerte tratando de vivir en el corto espacio que media entre la pared y la espada. No sólo el aire se ha enrarecido, está lleno de gases y de partículas venenosas: además, la espada me produce pequeños cortes 'que yo disimulo por pudor' y el frío de la pared congestiona mis pulmones.... Si consiguiera escurrirme, la espada y el muro quedarían enfrentados, pero su poder, faltando yo entre ambos, habría disminuido tanto que posiblemente el muro se derrumbara y la espada enmoheciera. Pero no existe ningún resquicio por el cual pueda huir, y cuando consigo engañar a la espada, la pared se agiganta, y si me separo de la pared, la espada avanza. He procurado distraer la atención de la espada proponiéndole juegos, pero es muy astuta, y cuando deja de apuntar a mi garganta, es porque dirige su filo hacia mi corazón. En cuanto al muro, es verdad que a veces olvido que se trata de una pared de hielo y cansado, busco apoyo en él: no bien lo hago, un escalofrío mortal me recuerda su naturaleza. He vivido así los últimos meses. No sé por cuánto tiempo aún podré evitar el muro, la espada. El espacio es cada vez más estrecho y mis fuerzas se agotan. Me es indiferente mi destino: si moriré de una congestión o me desangraré a causa de una herida, esto no me preocupa. Pero denuncio definitivamente que entre la espada y la pared no existe lugar donde vivir. "
Autora: Cristina Peri Rossi
Escritora Uruguaya

La egoísta

El cuerpo que arrastro por la vida, contiene todas esas “yo” tan irreductibles como la tarde, y no logra controlar a la egoísta que a veces no duerme. El cuerpo trata pero la niña, implacable en sus caprichos busca tu rostro, ávida por el canto de tu risa. Y no te he pedido nada, hasta ahora que te pido un imposible. Este antojo de mi corazón que a veces es tan despiadado como vulnerable.

Intento desdoblar la carne de estos caprichos imposibles y una parte de mí – la otra yo egoísta - encuentra la ocasión de recordarme tu voz al amanecer e impotente libro una batalla sin sentido, destinada a provocarme el más cruel de los daños, borrándote de una historia que ni siquiera llegamos a escribir.

La egoísta, la que a veces duerme, ahora está sentada junto a mí, hablándome de tus manos y dejándome con ganas de contarte mil secretos en la boca. Y le respondo furiosa a la que llora; me siento para acariciar su pena, trato de volverla al sueño para guardarla en algún silencio de la memoria.

Friday, July 11, 2008

FIESTA




he desplegado mi orfandad
sobre la mesa, como un mapa.
Dibujé el itinerario
hacia mi lugar al viento.
Los que llegan no me encuentran.
Los que espero no existen.

Y he bebido licores furiosos
para transmutar los rostros
en un ángel, en vasos vacíos.

Autora:
Alejandra Pizarnik

Friday, July 04, 2008

En esta noche, en este mundo


No
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
sidigo pan ¿comeré?



Alejandra Pizarnik
En esta noche, en este mundo

Lo único que queda por decir...

Sonríe y yo soy una minúscula marioneta rosa con un paraguas celeste yo entro por su sonrisa yo hago mi casita en su lengua yo habito en la palma de su mano cierra sus dedos un polvo dorado un poco de sangre adiós oh adiós.
Como una voz no lejos de la noche arde el fuego más exacto. Sin piel ni huesos andan los animales por el bosque hecho cenizas. Una vez el canto de un solo pájaro te había aproximado al calor más agudo. Mares y diademas, mares y serpientes. Por favor, mira cómo la pequeña calavera de perro suspendida del cielo raso pintado de azul se balancea con hojas secas que tiemblan en torno a ella. Grietas y agujeros en mi persona escapada de un incendio. Escribir es buscar en el tumulto de los quemados el hueso del brazo que corresponda al hueso de la pierna. Miserable mixtura. Yo restauro, yo reconstruyo, yo ando así de rodeada de muerte. Y es sin gracia, sin aureola, sin tregua. Y esa voz, esa elegía a una causa primera: un grito, un soplo, un respirar entre dioses. Yo relato mi víspera. ¿Y qué puedes tú? sales de tu guarida y no entiendes. Vuelves a ella y ya no importa entender o no. Vuelves a salir y no entiendes. No hay por donde respirar y tú hablas del soplo de los dioses.
No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño en un jardín.

Vendrás a mí con tu voz apenas coloreada por un acento que me hará evocar una puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre, con lo que esa sombra deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven muerta, con los trazos que duran en la hoja después de haber borrado un dibujo que representaba una casa, un árbol, el sol y un animal.
Si no vino es porque no vino. Es como hacer el otoño. Nada esperabas de su venida. Todo lo esperabas. Vida de tu sombra ¿qué quieres? Un transcurrir de fiesta delirante, un lenguaje sin límites, un naufragio en tus propias aguas, oh avara.

Cada hora, cada día, yo quisiera no tener que hablar. Figuras de cera los otros y sobre todo yo, que soy más otra que ellos. Nada pretendo en este poema si no es desanudar mi garganta.

Extracción de la Piedra de la Locura
Alejandra Pizarnik

sobre sentirse y no... sobre la noche y no...

De repente poseída por un funesto presentimiento de un viento negro que impide respirar, busqué el recuerdo de alguna alegría que me sirviera de escudo, o de arma de defensa, o aun de ataque. Parecía el Eclesiastés: busqué en todas mis memorias y nada, nada debajo de la aurora de dedos negros. Mi oficio (también en el sueño lo ejerzo) es conjurar y exorcizar…

Te despeñas. Es el sin fin desesperante, igual y no obstante contrario a la noche de los cuerpos donde apenas un manantial cesa aparece otro que reanuda el fin de las aguas.
Sin el perdón de las aguas no puedo vivir. Sin el mármol final del cielo no puedo morir.
En ti es de noche. Pronto asistirás al animoso encabritarse del animal que eres.

Corazón de la noche, habla.
Haberse muerto en quien se era y en quien se amaba, haberse y no haberse dado vuelta como un cielo tormentoso y celeste al mismo tiempo.
Hubiese querido más que esto y a la vez nada….



Extracción de la Piedra de la Locura

Alejandra Pizarnik

Wednesday, July 02, 2008

A LA MUJER IDEAL (una apología de lo "cursi")

Un poco para despertar curiosidades, voy a “parecer cursi” diciéndote por este medio que me gusta mucho el café y el cigarrillo compartido entre las volutas y la palabra aquellas tardes tan nuestras mientras dialogamos sobre la libertad de ser al margen del mundo.Me gusta profundamente la forma escandalosamente sincera de reír cuando aciertas el significado detrás de la primera imagen, en apariencia inocente; la forma en que sugieres que te siga a donde tú quieras, sin que por ello debamos rendirle cuentas a los espejos, al tiempo ni al espacio. Como ya te dije, no te quiero, ni quisiera quererte y prefiero amarte porque no sé cómo ni para qué serviría hacerlo. Sabes bien que en mi culto tu cuerpo y corazón son altar.Que tú me quieras me pone los pelos de punta, puesto que no estoy dispuesto a dejarte manejar a tu antojo mi libertad, ni a que por satisfacer tu ego te conviertas en tirana del imperio cuyos territorios son mi cuerpo, corazón y voluntad. Amo sí que me ames. Me place mucho saber que en tu camino me elevas a la condición de río del que tomas el agua necesaria para no morir de sed antes de que llegues al próximo río que, sé, igual que yo también te lavará los pies.Tus motivos para el amor los desconozco, aún no logro saber si es miedo a la soledad, o simple deseo de llenar conmigo los espacios de tiempo que, ya te digo, no me desagrada y tampoco quisiera saberlos porque en los asuntos de su dama el caballero no se mete. Esto, dirás, es respeto. Para mí, es simple lógica. Por ningún motivo me arriesgaré a husmear en tus asuntos, no sea que te des cuenta y me eches antes de tiempo de tu vida. Por otro lado, del mismo modo en que tú ejerces tu libertad, yo ejerzo la mía y espero no sea esto motivo de conflicto.Tiemblo cuando me dices al oído lo mucho que me amas. No atino a saber cómo evitar ese frío ascendente que me paraliza cuando comprendo que el amor es inmensurable desde cualquier posibilidad perceptual humana. Y no sé -dado que me dices es tanto tu amor-, si merezco o no tanto amor.Se piensa que sin altar no es posible el ritual y sin ritual el culto. Desde mí, sean mi cuerpo y el tuyo sólo altar, ritual y culto a Amor y mis palabras cantos en su honor, cuando asistamos al ritual del café, el cigarro y la palabra amiga. Porque, recuerda cuáles y cuántas palabras comparten con Amor la raíz lingüística AM. Amistad entre ellas… las de más son caminos, afluentes tributarios del Gran Camino.

Autor: Alexander Zanches
Río, poeta y amigo
http://poetaandariego.blogspot.com/2008/06/la-mujer-ideal-una-apologa-de-lo-cursi.html