Los géneros están jerárquicamente organizados dentro de las estructuras sociales, en donde los hombres históricamente han manejado el poder, y las mujeres hemos estado subordinadas a él. En este sentido, todo lo referente a las decisiones de las mujeres en cualquier temática, depende de la aprobación del hombre en base a su conocimiento del tema, y esto último sesgado por la opinión de quien ha sido formado desde y con los privilegios. La historia reconoce y valora los aportes científicos que, elaborados por hombres, sostienen elementos que asociadas a ciertas características condicionan el comportamiento de las mujeres, que luego llaman instinto o naturaleza. Si bien es cierto que el sexo parte de una condición biológica, la construcción de la sexualidad se da en base a los patrones culturales, sociales, políticos y religiosos. Espacios que siguen siendo dirigidos por los hombres.
Marcela Lagarde nos dice: “ Las diferentes culturas se construyen, reconocen y asignan distintos atributos sexuales a los seres humanos, pero todas construyen su clasificación sexual a partir de la biología.”
Es en este punto, en donde la capacidad biológica que tenemos las mujeres de parir, nos convierte en seres abnegados y sacrificados, destinados al cuidado y atención de las otras personas, imprimiendo un halo de obligatoriedad sobre el acto de la procreación para nosotras. Además, al ser América un trozo de tierra invadido y conquistado por una empresa que fue dirigida por la Iglesia Católica, se construyen y estructuran sus pilares sociales y culturales a partir de la moral judeo cristiana. Esto es importante tenerlo claro para entender entender por qué en nuestros países la figura materna se asocia con una imagen, santa y virginal, pues toma como modelo a la virgen María. Esperando de las mujeres una actitud de sacrificio y entrega a partir de su capacidad de ser madres y por tanto ser santas.
Cuando hablamos de sexualidad de las mujeres, aparece inmediatamente una idea de impureza y libertinaje. Las estructuras que vetan estos temas, padecen un temor increíble a la capacidad que tenemos las mujeres para apropiarnos de nuestro cuerpo para poder decidir plenamente sobre él. Antes las mujeres pasaban de ser propiedad del padre, a ser propiedad del marido y en ausencia de este, propiedad de los hijos. Tanta negación a la aceptación de los derechos sexuales deja en clara evidencia, que quienes han ostentado el bastón de las decisiones no están dispuestos a perderlos ahora.
Aquí es interesante cuestionar. ¿A qué edad se era mujer y se dejaba de ser niña? Basándonos en las teoría de la matriz adulto céntrica, en los tiempos antiguos, no existía esa época de transición que hoy en día llamamos juventud o adolescencia. Se era niña hasta que se tenía la primera menstruación y luego se hacía una presentación pública en donde se le decía a la sociedad que estaba lista para ser esposa y procrear.
Partiendo de este hecho, el ejercicio de las prácticas sexuales, están condicionadas al momento histórico que se vive, a la moral religiosa que profesa la sociedad y a las implicaciones socio económicas que traerían más o menos embarazos. Se me ocurre como ejemplo mencionar que: actualmente una mujer de quince años con una vida sexual activa es todo un escándalo, cuando en los 1700 y 1800 era una dama virtuosa si ya tenía al menos un hijo o hija. Así pues, lo que hoy es un tema de censura antes era validado socialmente.
Samirah Armengol 2007©
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