Vivimos en tiempos sombríos.
Tiempos de propaganda visceral;
con pretensión de colonizar nuestra razón y nuestras emociones.
Bertold Brecht
Tiempos de propaganda visceral;
con pretensión de colonizar nuestra razón y nuestras emociones.
Bertold Brecht
El término fundamentalismo se hace referencia a un pensamiento excluyente que adopta con fidelidad un dogma o alguna verdad y no admite ningún tipo de discusión con respecto a sus bases. Existen fundamentalismos políticos, técnicos, económicos o incluso aquellos cargados con pretensiones científicas. En la mira de los fundamentalismos estamos las personas, y paradójicamente contra lo fundamentalismos lo fundamental es la gente.
A los fundamentalismos no sólo les inquietan los hechos de trasgresión, les preocupa la gran cantidad de potenciales militantes, las personas pensantes, la carencia de autómatas en las nuevas generaciones y por ello hoy persiguen a quienes llenamos este perfil rompiendo con los paradigmas y construcciones sociales impuestos.
Las mujeres estamos en la mira. Nos designan a la medida de sus proyectos y nos asignan destinos implacables. Nos están categorizando y responsabilizando duales entre el honor y la deshonra social. Somos el factor simbólico en torno al cual a lo largo de la historia y bajo diferentes horizontes culturales, una amplia gama de religiones y proyectos políticos nos han convertido en la dicotomía -virtud / pecado-.
En América Latina y el Caribe, las élites políticas se dejan manejar por las instrucciones de la jerarquía católica, mientras miles de mujeres mueren en el marco de leyes y políticas inspiradas en exigencias fundamentalistas que las privan de derechos y condiciones para proteger su salud y realizar sus proyectos de vida.
El ascenso del fundamentalismo religioso es un fenómeno complejo, que abarca una ideología religiosa en la que la vida familiar y la organización política -conservadora- nos mantiene como ciudadanas de conformidad. Es preocupante saber que en América Latina están abriendo espacios que amenazan con aletargar o anular por completo los avances en materia de políticas públicas; además de impulsar un retroceso de los procesos de empoderamiento y autonomía de las mujeres.
No podemos ignorar el fundamentalismo de las Iglesias en nuestra región porque es un peligro para las y los progresistas que luchamos por el respeto de los estados laicos y los derechos de las mujeres, especialmente los relacionados con la libertad sexual y reproductiva. La mayor potencia capitalista del mundo tiene como presidente a alguien que fue electo por grupos fundamentalistas religiosos tanto católicos como musulmanes y este firmó la Ley Mordaza en donde se prohíben que los recursos gubernamentales destinados a la cooperación internacional se utilizaran para programas de salud reproductiva que trataran, mencionaran o dieran información con respecto al tema del aborto como educación sexual para las mujeres.
El fundamentalismo religioso está presente en diferentes doctrinas, pero lo reconocemos principalmente en la tradición hebrea, cristiana y musulmana. Las vertientes fundamentalistas se sustentan en la convicción tribal de ser, una de ellas el pueblo escogido, que recibió la revelación del único y verdadero Dios. Son ideologías que persiguen y condenan a cualquiera que se resista a ellas so pena de recibir como castigo, exclusiones, dolor y flagelación social.
Los diversos movimientos religiosos, económicos, científicos o culturales fundamentalistas, siempre serán políticos y de próspero crecimiento en las sociedades que niegan a la humanidad en su diversidad, y que legitiman mecanismos violentos de sumisión de un grupo sobre otro o de una persona sobre otra.
En Febrero del año 2002 se da el Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil en donde se presenta una campaña internacional llamada: “Tu boca, fundamental contra los fundamentalismos”. Una campaña que manifiesta necesario admitir el androcentrismo y el etnocentrismo presentes en tantos proyectos y prácticas políticas que garantizan supremacías y que son las que actualmente se utilizan como base para el “desarrollo” social. Reconocer que la palabra “universal” y sus bases políticas y de derechos están cimentadas en blancos, masculinos, occidentales y heterosexuales, y sobre la incapacidad para el dialogo, la negociación y la inclusión que tienen los lideres.
La campaña propone construir alternativas radicales para enfrentar los innumerables conflictos entre personas y culturas. Se trata de iniciar un proceso de autocrítica, de respeto y supervisión, orientado por la ética de los derechos humanos y por los valores democráticos para edificar una verdadera solidaridad.
Podemos superar los fundamentalismos comenzando en cada una y uno de nosotros/as. Tratando de desarrollar relaciones sociales, políticas y económicas que tengan como principal semilla el respeto. Esto es un buen principio para que germine una sociedad más motivadora en donde las diversidades raciales, sexuales, religiosas, étnicas y de todo tipo puedan ser valoradas.
Este es uno de los principales desafíos sociales que se nos presentan en el nuevo milenio y nos invita a todas y todos para que articulemos propuestas, individuales y colectivas en el marco de nuestros derechos.
Este es uno de los principales desafíos sociales que se nos presentan en el nuevo milenio y nos invita a todas y todos para que articulemos propuestas, individuales y colectivas en el marco de nuestros derechos.
Autora
Samirah Armengol G. (2004)
Especialista en Proyectos, Economía, Género, Derechos Humanos.
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Informaciones sobre la campaña
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