Sin nombres...

Han pasado 10 años desde que intento recordar tu nombre. Bueno, no sabía que ya eran 10 años, hasta que calculé mi edad actual y la edad que tenía cuando nos conocimos en aquel antro. Es curioso que en mi última lista de amantes, estuve que colocarte un nombre ficticio porque el tuyo huía de mi memoria. Hace poco comentaba lo raro que es recordar todo de una persona menos su nombre, inclusive que fue por ti que logre entrar a un bar siendo menor de edad. Te recordaba más alto, con menos cabello y hasta mayor. Al igual como las niñas y niños que se imaginan que todo en el mundo es anciano, gigantesco e infinito.

Hace una semana recordé tu nombre, por puro accidente; casi como una invocación para que hoy aparecieras. Me miraste, me supiste con los ojos; no recuerdo si fumas o no, pero notaste que yo aun lo hago. Sigues teniendo pinta de vaquero y mi cabello ahora está largo. Ha pasado tanto tiempo que al verte hoy me doy cuenta que no eres tan mayor, ni tan feo, ni tan alto.

Durante un minuto hoy nos reconocimos sin sabernos. Yo con la paz mental que obtuve hace una semana cuando recordé como te llamas. Tú, tal vez volviendo a un pasado que ahora tiene rostro y que probablemente aun carece de nombre.