I Patakín
A la bella Ochún le gustaba pasearse por el monte, donde bailando y cantando, jugaba con los animales quienes la respetaban y ni el alacrán la picaba. Oggún un día la vio pasar y quedó prendado de su belleza, sin poder contenerse la persiguió para poseerla, ella siempre ha sido la más deseada de los orichas. Para ella todos los enamorados eran insignificantes porque ella a quien amaba era a Changó, huyó del fiero Oggún atravesando por los montes hasta llegar al río en donde se lanzó y se dejó llevar por la corriente llegando a la desembocadura con el mar. Es aquí donde se tropezó con la poderosa Yemayá (su hermana mayor), quien se compadeció de ella y la protegió. Yemayá la regaló entonces a Ochún el río para que viviera en él y para alegrarla, la cubrió de joyas, corales y otras riquezas. Por esto es que Ochún vive en el río y quiere tanto a Yemayá.
II Patakín
Se dice que con Changó tuvo amores muy ardientes y éste siempre la prefirió. A Obba, legítima esposa de Changó, la traicionó Ochún cuando le aconsejó que se cortara las orejas para preparar el Kalulú, plato favorito del dios del trueno, esto le costó a Obba ser repudiada por su esposo y ser condenada a vivir en el cementerio y ser la protectora del desamor. Ochún tuvo amores también con Agayú, que la conoció en el río.
III Patakín
Hay un patakín que cuenta cómo una vez Olodumare se llevó todas las aguas para castigo de los hombres. Los ríos y las lagunas se secaron, los peces, los animales y los hombres morían de sed. Ifá puso en un ceso ofrendas que debían conducirse al cielo, Ochún se encargó de ello. Por el camino se encontró a Elegguá y le entregó aguja e hilos, luego se encontró con Obatalá y le regaló los huevos que llevaba, Obatalá en reciprocidad, le indicó donde estaba la puerta del cielo. Al llegar al cielo, Ochún vio que una gran cantidad de niños cuidaban la puerta de entrada y les repartió dulces para que la dejaran entrar. Olodumare noto su generosidad y se perdió en su dulzura que accedió dejar caer la lluvia de nuevo sobre la tierra. Se llenaron los ríos y la naturaleza revivió en todo su esplendor, de ahí que ella sea la que manda en la fertilidad y da vida.
A la bella Ochún le gustaba pasearse por el monte, donde bailando y cantando, jugaba con los animales quienes la respetaban y ni el alacrán la picaba. Oggún un día la vio pasar y quedó prendado de su belleza, sin poder contenerse la persiguió para poseerla, ella siempre ha sido la más deseada de los orichas. Para ella todos los enamorados eran insignificantes porque ella a quien amaba era a Changó, huyó del fiero Oggún atravesando por los montes hasta llegar al río en donde se lanzó y se dejó llevar por la corriente llegando a la desembocadura con el mar. Es aquí donde se tropezó con la poderosa Yemayá (su hermana mayor), quien se compadeció de ella y la protegió. Yemayá la regaló entonces a Ochún el río para que viviera en él y para alegrarla, la cubrió de joyas, corales y otras riquezas. Por esto es que Ochún vive en el río y quiere tanto a Yemayá.
II Patakín
Se dice que con Changó tuvo amores muy ardientes y éste siempre la prefirió. A Obba, legítima esposa de Changó, la traicionó Ochún cuando le aconsejó que se cortara las orejas para preparar el Kalulú, plato favorito del dios del trueno, esto le costó a Obba ser repudiada por su esposo y ser condenada a vivir en el cementerio y ser la protectora del desamor. Ochún tuvo amores también con Agayú, que la conoció en el río.
III Patakín
Hay un patakín que cuenta cómo una vez Olodumare se llevó todas las aguas para castigo de los hombres. Los ríos y las lagunas se secaron, los peces, los animales y los hombres morían de sed. Ifá puso en un ceso ofrendas que debían conducirse al cielo, Ochún se encargó de ello. Por el camino se encontró a Elegguá y le entregó aguja e hilos, luego se encontró con Obatalá y le regaló los huevos que llevaba, Obatalá en reciprocidad, le indicó donde estaba la puerta del cielo. Al llegar al cielo, Ochún vio que una gran cantidad de niños cuidaban la puerta de entrada y les repartió dulces para que la dejaran entrar. Olodumare noto su generosidad y se perdió en su dulzura que accedió dejar caer la lluvia de nuevo sobre la tierra. Se llenaron los ríos y la naturaleza revivió en todo su esplendor, de ahí que ella sea la que manda en la fertilidad y da vida.
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