Wednesday, November 15, 2006

Tragaluces

Cuando pienso en el color que tiene el recuerdo, lo único que me viene a la memoria es la tonalidad que adquieren los días en la última mitad del año; una época del año en que no puedo pensar en el caer de la tarde sin ubicarlo como el último trozo de día resbalando entre las nubes. Se despierta de su sueño diurno la noche, lista y vestida para la fiesta.

He tratado incontables veces de explicar como percibo el color que se derrama sobre mi ciudad tropical, pero vuelvo al punto de las palabras que no se han dicho aun, de las explicaciones que son una única sensación envuelta en algún momento o lugar distante al día en el que estoy. Al final no hay nada que explique mejor el color indefinible de estas líneas que tu piel.

Ya es la tarde, y ese color se va desdoblando lentamente de la pared; esa luz tan particular que impregna el aire y lo hace casi irrespirable, aun en la asfixiante sensación de libertad; me vuelve al vértigo de tu piel y de la sangre rebelde incontenible dentro del cuerpo. Mirando los colores de esta tarde entiendo que más allá de los ojos, la luz se traga por cualquier parte.
Estoy tratando de encontrar la melodía perfecta, la armonía que no se detenga ni siquiera cuando se termine el tiempo. Ni siquiera ahora que ya tú no estas.

1 comment:

superstar said...

life just good